En la comunidad de Yawacar se inauguró una nueva sede para la Institución Educativa Nuestra Señora de Fátima y una Unidad Comunitaria de Atención (UCA), obras financiadas por el Fondo de Programas Especiales para la Paz (Fondo Paz) y ejecutadas con el acompañamiento técnico de Findeter.
La inversión, que supera los 2.900 millones de pesos, beneficiará a cerca de 500 niños, niñas y adolescentes wayuu, quienes ahora podrán acceder a mejores condiciones educativas y de atención integral sin tener que desplazarse largas distancias.
La comunidad recibió con alegría esta infraestructura que marca un cambio significativo en la vida de las familias. Por primera vez, los jóvenes de la zona podrán cursar los grados 10 y 11, mientras que la primera infancia contará con espacios diseñados especialmente para su desarrollo integral.
La UCA también brindará acompañamiento a las madres gestantes y programas comunitarios orientados al bienestar familiar y la nutrición.
El diseño de la nueva sede educativa se desarrolló con la participación de la comunidad, incorporando elementos que reflejan la cosmovisión wayuu. Las aulas circulares representan el valor del encuentro colectivo, los materiales permiten una ventilación natural adecuada al clima desértico y los colores terrosos se integran con el paisaje de La Guajira. Esta integración entre modernidad y tradición busca fortalecer la apropiación cultural y el sentido de pertenencia entre los habitantes de Yawacar.
El proyecto se enmarca en la estrategia del Gobierno nacional para cerrar brechas sociales en los territorios más apartados del país. Según representantes de Fondo Paz, estas obras simbolizan la presencia del Estado en comunidades históricamente olvidadas, llevando dignidad, oportunidades y esperanza.
La participación de Findeter fue clave para garantizar que la infraestructura cumpliera con estándares de sostenibilidad, funcionalidad y respeto cultural.
Sin embargo, el desafío no termina con la entrega de las obras. La sostenibilidad del proyecto dependerá de que se asegure la dotación adecuada, la permanencia de docentes capacitados y la continuidad de programas educativos que respondan a las necesidades del pueblo wayúu.
También será fundamental mantener la participación comunitaria en la gestión del centro educativo y la unidad de atención, para que el proceso siga siendo un ejemplo de transformación con identidad.
La nueva escuela y la unidad comunitaria de Yawacar representan más que construcciones físicas: son una promesa de equidad y futuro para una generación que crece en medio del desierto, pero ahora con un horizonte más claro.
La transformación educativa y social de La Guajira avanza, paso a paso, con proyectos que fortalecen el tejido comunitario y reafirman el valor de la vida en el territorio wayúu.






