Hace seis años salió de Venezuela, presionado por las difíciles condiciones sociales, políticas y económicas de su país, Ángel Parra un pequeño empresario con una librería en Maracaibo, llegó a Riohacha a vender productos de plásticos para poder suplir sus necesidades básicas y la de su familia. Ese fue el primer paso para construir su gran historia de resiliencia y descubrir una pasión que hoy generar siete empleos en el Distrito.
Cuenta que venía a Riohacha, vendía sus productos durante quince días y regresaba al vecino país, hasta radicarse completamente en la capital de La Guajira, donde empezó a trabajar en una llantería.
“Decidí vender allá lo que me quedaba y comencé a trabajar en la llantería; ayudando a calibrar y bajar llantas, a barrer y así poco a poco”, sostiene.
Luego de unos meses motivado por el gusto a la barbería, empezó a ver videos en la plataforma de YouTube aprendiendo lo básico para dar sus primeros pasos en este oficio.
“A mí me gustaba lo que era la barbería, pero nunca, por motivos de tiempo en Venezuela, me dedique a eso. No lo había practicado ni sabía nada. Viendo que aquí tenía el tiempo, me puse en YouTube. Me compré una máquina y cuando pasaban los niños, los llamaba para cortarles el cabello y practicar”, menciona.
Los primeros clientes fueron sus mismos compañeros de la llantería y uno que otro corte a domicilio, hasta llegar a trabajar en un pequeño puesto en la zona del mercado nuevo de Riohacha por recomendación de un amigo. Después de cinco meses fue encargado de otra barbería, sin embargo, decidió emprender con su propia barbería.
“Comencé con un espejito chiquitico de esos de baño, con una sillita de pastico. Fue bastante difícil porque los primeros meses hacía uno o dos cortes en el día. A veces pasaba todo un día completo, llegaban las ocho de la noche y hacía un corte, y me quedaba ahí; bajando y calibrando llantas para lograr pagar el alquiler”, subraya.
Audio: Llegó a pensar en entregar el pequeño local por la poca afluencia de clientes
Nunca pensó que iba a tener una barbería, pero viendo que lo hacía bien apostó todo para abrir su emprendimiento, el cual, fue creciendo llegando a posicionarse como una de las mejores barberías de la cuidad.
No obstante, Ángel Parra debió enfrentarse a un nuevo reto; mantenerse en medio del aislamiento preventivo obligatorio a raíz de la pandemia de la Covid-19. Con todos los negocios cerrados empezaron a atender a pocos clientes en sus propias viviendas. Aun así, los ingresos no eran suficiente para sostener el arriendo del local donde funciona Barbería El Chamo.
“Fue algo bastante difícil, tan difícil que iba a entregar el local, tanto que había bajado los espejos, había bajado las lámparas y desarmado todo”, afirma.
Gracias al soporte de su familia, pudo llegar a un acuerdo con la inmobiliaria a quien le debía varios meses de arriendo y se dio a la tarea de seguir con su empresa y ampliar las instalaciones. Hoy esta barbería emplea a cinco barberos, una manicurista y una persona en recepción. Siete empleos directos que sostiene a igual número de familias a través de un sueño que nació ‘con un espejito chiquitico de esos de baño, con una sillita de pastico’.
Ángel Parra con solo 31 años, migrante venezolano, le ha tocado sortear diversas situaciones en la vida que le han enseñado la importante de luchar por los sueños a pesar de las adversidades, destacando por su capacidad de resiliencia y siendo ejemplo para todos sus compatriotas y los guajiros.